viernes, 13 de marzo de 2009

Tumbes: la puerta del infierno

Llego a Tumbes y lo primero que hago es buscar transporte hacia Lima

Me había documentado días anteriores que todos los buses hacia la capital salen entre las 15:00 y las 16:00. Como llegé a las 10:00, tenia el tiempo a favor y empecé a recorrer la ciudad

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Un baño promedio en Tumbes

Después de una metódica búsqueda por todas las empresas (vale decir que como país anarcoliberal que es el Perú, no tiene regulación de tarifas de ninguna especie) en procura de un buen precio y buen servicio.

Entre Oltursa, Cruz del Sur, Tepsa y Civa, me decidí por esta última. El terminal estaba decente, los buses se veían grandes y aceptaron tarjeta. El pasaje cuesta 130 soles, en servicio especial. Ojalá no me arrepienta.

De ahi, me fui a hacer tiempo utilizando los servicios del Mototaxi, que cual plaga bíblica invade esta ciudad. Rios de estas motos tuneadas hacen el tráfico infernal. No les cuento las casi 10 cuadras que tuvimos detrás un trailer que amenazaba comerse la moto.

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¡Chapa tu rico mototaxi!

Por 5 soles, fui de un lado al otro.

Hasta que esperaba el almuerzo, me encontré con esta sorpresa:

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¿Durand?, ¿Vallen?

Un criminal el que asesinó el apellido de nuestro anciano ex presidente.

No hay gran cosa que decir de Tumbes, salvo el calor imperante de casi 40 grados y un sol que amenaza con pasarse todo el día ahí encima de nuestras cabezas

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Casona tumbesina, con la fachada de caña. Algo parecido solo había visto en Esmeraldas.

Comi abundante y sabroso (algo que en Perú es una constante) en una cebicheria de la Plaza de Armas. Una bandeja de chicharrón de mariscos -mariscos apanados para los que no saben- y una cerveza grande por USD 5.

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¡Choprove!

Es el momento de viajar a Lima: mañana les cuento cómo me fue.

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